-- Hola – dijo esta vez "calzón
quitao" a "cabeza pelá" una vez que ya se habían sentado en la
banqueta de la plaza que estaba al frente de la Iglesia…
-- Otra vez hola – contestó
"cabeza pelá" a "calzón quitao" porque ya era la segunda
vez que se saludaban. Y era válido el saludo de esta vez porque el de hacía un tiempo era el de la
esquina de la plaza y ese tiempo ya había pasado. Ahora ya no estaban en la
esquina de la plaza. Ahora estaban sentados en la banqueta de la plaza que
estaba al frente de la Iglesia
del pueblo. Y el saludo era otro y uno nuevo. El de antes había sido eso; y el
de ahora, era, también eso.
Las ramas de los árboles se movían
por el viento y la brisa que pasaban por la plaza. Y los pajaritos y las
pajaritas silbaban sus silbidos y saltaban de una rama para otra rama del mismo
árbol de los árboles que estaban en la plaza donde estaba una banqueta que
estaba al frente de la Iglesia
del pueblo.
Era cerca del mediodía. Mucho menos
del mediodía pero el reloj avanzaba indicando que iba hacia el mediodía. La
aguja chiquita del reloj de la
Iglesia que estaba al frente de la plaza que tenía una
banqueta que escondía las cabillas que la hacían banqueta, saltaba con
brinquitos hacia delante sin nunca cansarse como brinquitos de ataques de hipo.
Lo curioso es que la aguja saltarina en brinquitos del reloj que estaba en la
parte más alta de la Iglesia
que estaba al frente de la plaza que tenían una banqueta que escondía las
cabillas para hacerla banqueta, no daba saltitos hacia atrás, sino siempre
adelante. Tal vez por eso a pesar de que no era mediodía la aguja del reloj
indicaba que para allá iba entre saltico y saltico y después la aguja más
grande y la menos gorda que la otra, que era más chiquita y bien gordita;
después que la aguja saltarina en brinquitos daba toda la vuelta a la cara
redonda marcada con unos números, entonces, esa aguja, la más larga y menos
gorda, daba un saltico hacia delante. También curioso, esta aguja tampoco daba
salticos hacia atrás después que la aguja saltarina en brinquitos daba una
vuelta a toda la cara marcada con números del reloj, que quedaba en la parte
más alta de la Iglesia,
que quedaba al frente de la plaza del pueblo, que tenía una banqueta de
cemento, que escondía las cabillas para que fuera banqueta y se pareciera a la
plaza del pueblo de al lado que también tenía una banqueta y una Iglesia y por
eso se llamaba pueblo. Pero era pueblo de al lado… No este de este caso, sino
del al lado, del del otro caso que no es el caso de "cabeza pelá" y
"calzón quitao"…
El caso de ahora es que "calzón
quitao" y "cabeza pelá" estaban ya sentados en la banqueta del
pueblo, cerca del mediodía.
-- ¿De qué hablamos hoy? – preguntó
"calzón quitao" a "cabeza pelá".
-- No sé – contestó "cabeza
pelá".
Y se quedaron callados porque en
verdad no sabían de qué hablar y se entendían muy bien.