En la Iglesia :
Entraron todos a
la Iglesia
del pueblo, que iban para lo de Cirilo. Cirilo iba en alto sobre cuatro
hombros. Cirilo no se veía. Pero todos sabían que era Cirilo porque de Cirilo
se trataba cuando venían a lo que venían, los que venían.
Las campanas de la Iglesia sonaban y su
sonido indicaban que las agujas del reloj con sus campanadas ya no sonarían más
para Cirilo, aunque las que sonaban eran las campanas de la Iglesia-Iglesia. Tampoco
Cirilo las oía. Por lo menos, eso cabía imaginarlo. O quién sabe, sí las oía.
Con toda seguridad, tal vez no. Y si no las oía ¿para que le tocaban campanas?
El sonido de las campanas de la Igleisia-Iglesia
no era para Cirilo, sino para lo de Cirilo.
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